2025/10/28

Narraciones de la letra muerta 2: Pasillos vacíos

 Pasillos vacíos. 


El hospital

Mi despertar fue muy lento. La luz del baño parpadeaba. El silencio reinaba en medio de la noche. Solo el monitor de pulso y su pitido continuo. No había nadie conectado. Me incorpore despacio, mi cuerpo estaba entumecido. 

Mi hermano no podía moverse, había tenido una intervención delicada del corazón. Y ahora no estaba. Salí el pasillo y lo encontré vacío. Camine hasta la alarma contra incendio y la active. 

Después de tres minutos de un ruido demoníaco, nadie apareció. El pasillo, el piso, el hospital y la calle seguían vacíos. 



El estacionamiento

Camine por mucho tiempo. Deje de escuchar a mi esposo y a mi hijo. Di muchas vueltas y solo pude llegar a los pisos exteriores Pero no pude abrir ninguna de las puertas de salida. Me da la impresión de que los autos se mueven y cambian de lugar. Estoy tranquila por momentos. Solo espero que no vuelvan a sonar todas las bocinas al mismo tiempo, las luces de 
los coches se prendieron todas juntas... Y después de eso solo quedó en silencio. Solo mis pasos y su eco. Persisten. Espero encontrar la salida pronto 




Sendero.

Los árboles al lado del camino delimitaban la cañada. Y Fabián seguía caminando, vestido con mezclilla y playera roja y botas.  No recordaba desde que momento lo hacía.  No estaba tan cansado pero la sensación era de tener rato. El poco sol, cubierto por el dosel proporcionaban un descanso adecuado cada algunos metros y la humedad no dificulta la caminata. No había en él preocupación ni prisa. Parecía regresar al mismo lugar pasados algunos minutos. Al mismo sitio donde la cuerda de protección estaba rota. Al llegar ahí se había asomado en varias ocasiones hasta que noto lo que había al fondo de la cañada. 
El cuerpo de un joven de mezclilla y playera roja hacia al fondo en una posición anormal. El pie izquierdo había perdido la bota, que estaba aún lado del camino y el cuello estaba roto. Y desde entonces seguía caminado por el sendero vacío. 




El vagón. 

La luz artificial aleja a la oscuridad subterránea y el vagón llega a la estación. La primera. De la línea. Subo con calma a el vago vacío. No hay nadie más en el andén y suenan las alarmas de cierre. Una voz neutra y metálica pide no impedir el libre cierre de puertas. Al cerrar el convoy empieza avanzar... La siguiente estación vuelve a detenerse y la señal vuelve a ocurrir... Camino hasta la siguiente puerta. Y me asomo. Veo a una mujer pelear con el bolso en el vagón contiguo. Las puertas le han atrapado el bolso. Intento mirar por la ventanilla de las puertas del intervagón.  No veo nada, se vuelve a abrir la puerta y cambio de vagón. Un poco de compañía me haría bien. El vagón está vacío. No hay mujer en el. 




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