Desde pequeña tuve dificultades para dormir mis padres insistían en que solo eran malos sueños. Durante muchos años en las noches, bueno no todas, escuchaba gemidos y sollozos en mi cama sentía que alguien se arrastraba debajo de las sábanas y a veces me tocaba. Las veces que podía dormir extraños sueños inundaban mi consciencia.
Las ocasiones cuando podía dormir solo balbuceos y quejidos llegaban a mis oídos a veces cubiertos por los cobertores. Pero un día me di cuenta que esos pequeños ruiditos eran articulados, pequeñas palabras, mensajes en lenguas indescifrables, por principio pero al ser frecuentes aprendí a interpretar algunos de esos sonidos...
Se lo dije a mi madre y obviamente no me creyó.
Después de algún tiempo intenté comunicarme con el ser que profería dichos mensajes. Intenté repetirlos pero me daba la impresión de que me faltaban o sobraban estructuras en la garganta para hablarlo con precisión.
Paso tiempo y a veces ese ser contestaba o al menos eso creí por las noches y cuando reptaba entre sobre la cama ya no me daba tanto miedo. Sin embargo el olor que despedía era realmente nefasto. Asqueroso.
Incluso nos tocamos. Poco despacio y siempre con temor.
Una noche. Escuche que entró a la habitación y se metió debajo de mi cama, subió por los postes hasta mi colchón y se inmiscuyo entre las sábanas ahí repito hasta donde estaba mi cuerpo y me susurro al oído. Esos pequeños balbuceos cortos y largos. Espesas y turbias palabras que se pegan en la lengua cuando repites un idioma olvidado.
En un breve instante le sujete con gran fuerza, sentí si cuerpo retorciéndose como una lombriz... Gritaba y gimoteaba casi podía sentir su propia desesperación. Mi madre harta de mis gritos y pesadillas nocturnas abrió con violencia la puerta y me encontró deteniendo a la criatura... Mientras yo gritaba que por fin comeríamos carne fresca.
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